Vigorexia: cuando el deseo de un cuerpo perfecto se convierte en una obsesión

El doctor Juan Zelaya Conti, director de Adicciones de la Dirección General de Salud Mental de la Provincia, advierte sobre los riesgos de la vigorexia, un trastorno que afecta principalmente a varones jóvenes y que puede derivar en graves consecuencias físicas y emocionales.

La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular o complejo de Adonis, es un trastorno caracterizado por la obsesión patológica de una persona por desarrollar su musculatura. Así lo explicó el doctor Juan Zelaya Conti, director de Adicciones dependiente de la Dirección General de Salud Mental de la Provincia, quien advirtió que esta alteración de la imagen corporal genera una preocupación excesiva hacia el cuerpo y una distorsión de la percepción personal.

Afecta a varones y mujeres, pero siempre es mayor en varones que sienten que su cuerpo no se encuentra lo suficientemente marcado. Buscan aumentar el volumen muscular a través de horas y horas de gimnasio, con ejercicios extremos, pero nunca se perciben conformes”, detalló Zelaya Conti.

El profesional señaló que estos cuadros producen un severo sufrimiento emocional y repercuten en la vida diaria de quienes lo padecen. “Un estudio canadiense indica que un 11% de los jóvenes entre 16 y 25 años tienen como prioridad aumentar su masa muscular, lo que en muchos casos conduce al consumo compulsivo de anabólicos y, en ocasiones, de anfetaminas”, advirtió.
Estos productos, de origen muchas veces dudoso, pueden contener adulteraciones, hormonas y sustancias que terminan siendo nocivas para la salud, sobre todo en adolescentes.

Respecto a las señales de alerta, Zelaya Conti mencionó que es importante observar los hábitos cotidianos:

El sobreentrenamiento, los trastornos alimentarios —como dietas restrictivas basadas solo en proteínas—, el uso de esteroides o suplementos ilícitos, y cambios notorios en el estado de ánimo, son indicios claros. Además, pueden presentarse consecuencias físicas como la caída del cabello, alteraciones en la piel o disminución del tamaño del pene debido al uso de anabólicos”.

El abordaje de este trastorno debe incluir evaluación psicológica y terapia cognitivo-conductual, que ayuden al paciente a reconocer sus emociones, construir hábitos saludables y mantener una rutina de ejercicios supervisada por profesionales de la salud.

En la mayoría de los casos, es la familia la que primero pide ayuda. Si se observan estas señales, se puede consultar a un psicólogo o acudir a los servicios de salud pública, que cuentan con equipos interdisciplinarios preparados para intervenir”, remarcó el funcionario.

Finalmente, Zelaya Conti recordó que el Sistema de Salud provincial dispone de especialistas en psicología, nutrición, medicina deportiva y cardiología, además de la Secretaría de Deportes, donde es posible realizar estudios y consultas para iniciar un entrenamiento ordenado y seguro.

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